Soliloquio del escritor
Escribir, en primera
instancia es fácil, cualquiera que tenga algo que decir puede y debe hacerlo bien
aunque no quiera. Una vez que conoce el tema del que quiere hablar/ la historia
que contar, no desarrollada ni nada solo conociendo el meollo de la cuestión.
Después se procede a armar el esqueleto de la historia, para luego rellenar y
adornar la historia con mas personajes y sus relaciones, detalles del paisaje y
de las actitudes y acciones que llevan a cabo los personajes para concluir con
el final pensado; a veces ocurre que no es necesario dar tantos detalles par
que el lector ponga en juego su imaginación y participe y dialogue con el
texto. En ciertas ocasiones al personaje no de lo puede controlar y toma decisiones
o tiene un carácter propio, no hace lo que el autor pretende que este haga o
diga, al tratar de plasmarlo la inspiración te lleva a algo totalmente distinto
a lo que prendías que sucediera para llevarlo a que le ocurra tal situación, el
personaje se revela y elige vivir su vida y la historia toma su propio curso,
lo que la convierte en una historia mucho más rica e interesante, mismo para el
propio escritor, o tal vez puede suceder que la historia necesite ser
continuada en un nuevo libro.
Escribir puede escribir
cualquiera, siempre y cuando tenga algo que considere importante, algo que
nadie más que uno mismo pueda decir de esa forma, escrita de la manera más
natural y sincera posible, sin vericuetos, enredos ni palabras raras o
expresiones demasiado rebuscadas. Una historia así redactada tiene más chances
de ser leída y que le guste a la gente esa obra ¿Donde está el problema? Esta
en tener que gustarle al editor para que la obra sea elegida a ser editada.
Pero más allá del gusto editorial tienen que evaluar si es apta para el
mercado, si va a tener buena repercusión con el público, y si es un tema que
este en boca de todos, con más razón se va a publicar por cuestión de moda y mayores
ventas. En el caso de que nuestra obra ha pasado esa evaluación, nos
encontramos que a veces nuestra obra debe ser sometida a un
"¿corrector?" (Quien le dio la potestad de entrometerse en la obra,
corregirla y adecuarla a su gusto y su
estilo, no solo correcciones de ortografía que muchas veces es necesario ¿y cuántas
otras hemos leído un libro y le encontramos faltas de ortografía?). Luego de
este sometimiento, le sigue algo que ya es ajeno a nosotros y propio de la
editorial, la maquetación y pruebas piloto, diseño de portadas, contratapa y el
argumento que iá en él las solapas si la hay, la elección o no del prologuista
(eso si nos compete). Una vez concluido el proceso editorial se procede a la
impresión, concluyendo el sueño de que nació en la mente del creador/escritor
de ver su libro en los estantes de las librerías o posicionado entre los
primeros lugares de las librerías on- line. Pero este sueño se pincha con una
mínima chinche al no tener renombre y no alcanzar ciertas ventas mensuales,
siendo obligados los libros a quedar confinados a quedar guardados en cajas en
los depósitos editoriales/librerías o siendo resignadas a ocupar los últimos
puestos en las búsquedas de las tiendas on- línea.
Por otro lado tenemos al
escritor independiente, que es más creativo y emprendedor. Este debe realizar
todos los pasos que el anterior tipo de escritor prefiere pagar para solo
dedicarse a escribir y nada más, en cambio el independiente debe realizar todo,
pensar la tapa, corregir, leer y volver a corregir la obra para que no haya
errores en ella debe realizar todos los esfuerzos de marketing, promoción y
difusión de la obra. Uno mismo debe lograr interesar al público para lograr
concretar en una venta (ya sea puerta a puerta, por internet, en ferias
independientes, en plazas, sea cual sea el método se acerca de distintas maneras
al lector), tras horas y horas de caminar, soportar frío o calor, que
demuestren falta de interés, zozobra, las típicas excusas como "no tengo
tiempo/yo no leo”, “si pasas más adelante" o "no hay chicos en la
casa para que puedan leer", pero lo más feo es que no te atienda nadie aun
sabiendo que están en la casa. Pero no todo es malo, lo bueno, inesperado y
enriquecedor de esta situación es cuando las personas se ponen a charlar con
uno y te cuentan que también escriben o que lo hacían y que no se animaban a
mostrarlo y mucho menos a editar. También cuando te cuentan que géneros y tipo
de libros les gusto leer. Después te felicitan y alientan por ser osado y
animarte a editar un libro y luego salir a venderlo.
Este es un proceso largo
y duro pero al final es muy gratificante y fructífero, sin intermediarios ni
mayores costes. Creas interés, te acercas al público y ellos están cara a dar
con el escritor.
"Cualquiera puede escribir. Ser escritor
es otros cosa."
©Marcos A. Robledo2017
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